<<Nunca es suficiente para
mí, porque siempre quiero más de ti>>
Suficiencia, el cinco raspado que
nos sabe a gloria, capacidad o actitud mínima para algo. Aquello a lo que
aspiramos y debemos conseguir.
Aunque lleve su tiempo y cueste
reconocerlo, hay momentos y situaciones para las que no estamos hechos.
Esforzarse, dar lo mejor de nosotros a los demás y quedarse en el último
escalón. ¿Y ahora qué?
Buscar razones, no encontrarlas,
y que el rompecabezas se vuelva más y más incomprensible. El plus que necesitas
y que te pone por delante, el superarse cueste lo que cueste y que te toca volver
a repetir. Nunca es suficiente.
Creencias que se quedan en eso,
decepciones que te enseñan a mejorar y alegrías con las que aprendes a valorar.
Detalles a los que vas dando la importancia justa, pero que merecen la pena.
Madurar con la experiencia, y asumir.
Hace tiempo que entendí que la
incondicionalidad existe sólo en algunos momentos de la vida, que se da en
pequeñas dosis y no es perfecta ni mucho menos eterna, que no podemos controlarlo
todo. Lo que tenga que venir vendrá, consuelo de tontos.
Que no importa el día, ni la hora
ni los minutos, que los segundos se quedan en nada. Que cuanto más, menos.